Risas y llanto se confunden en la sala del hospital, pero las caritas de asombro van cambiando cuando las burbujas explotan en las manos y las canciones se escuchan por doquier… el silencio de la primera habitación me condujo a solo dejar globos y una oración interna, despedirme con un abrazo y una canción deseando que la sonrisa pudiese verse traslucida tras el tapabocas de la niña, ya que su aislamiento indicaba su delicado estado, pero segura estoy que los ángeles cumplirán la misión… recorriendo con Ginita otros chiquillos escapados de sus camas solicitan sus animales preferidos elaborados en globos, pero yo experta en mil figuras sin formas definidas, le convencía que los perros y jirafas de la luna eran igualitos a los que tenían en las manos… la risa me sale del alma y como tiempos otrora me siento como lo que soy, una niña… casi para retirarnos de la visita fuimos a saludar a los adultos, que hicimos pasar por niños, les enseñamos las vocales y unas canciones, cuyas letras ya no recuerdo pues eran completamente inéditas….celebramos dos cumpleaños y hasta una serenata a una abuela de 94 años quien se levanto presurosamente pidiendo su canción favorita: “Martina”, y entonces ... ¿como no creer en la magia de la sonrisa? ….
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